Por Justina Gerez Freytes

La discusión y erudición respecto a temas de seguridad parecen ser ajenas a los tiempos que corren y a los espacios políticos que se ocupan, en última instancia, de tales temas; las encontramos siempre subordinadas  al saber práctico de soluciones “mágicas” que prometen terminar con el delito, es decir,  a la idea de una práctica productora de conocimiento que justifica, mediante algún discurso atractivo, el porqué de una acción determinada que se sustenta en la funcionalidad que tuvo en algún lugar y/o momento determinado, y que con poco análisis crítico, reproduce una lógica en las decisiones político criminales. El conocimiento teórico, aunque relegado a un rincón de la mesa redonda,  se encuentra siempre presente – al margen de la praxis que moldea lo político criminal- en los ámbitos de discusión específicamente académicos,  que descubren en el poder decisional un cierto velo impermeable que impide su participación y  reconocimiento como sector clave, así como el diálogo fluido entre ellos.

La coyuntura actual exige respuestas rápidas, y en la naturaleza del apuro quedan en el camino las exigencias, necesidades, y rigurosidades “científicas” que demanda el análisis político criminal. Sin embargo, cuando la teoría logra penetrar ese velo, la mayoría de las veces parece ser más una justificación de segunda mano antes que un imperativo de buenas prácticas y una necesidad epistémica real, lo cual termina asentando la grieta existente entre estos dos campos. Por lo tanto, el imperioso intento por hacer confluir este ámbito del conocimiento con la praxis se encuentra en las bases de todo trabajo orientado a sopesar las faltas en el tratamiento sobre políticas públicas tendientes a controlar el conflicto. Es en este terreno problemático que se ubica el manual que nos atañe, el cual pretende realizar aportes  que sumen al tratamiento y la eficacia de la política criminal desde esta misma disciplina.

Bases del análisis político criminal es un libro – o más acorde, un manual- dirigido y escrito por Nicolás Macchione, que cuenta con la colaboración de los autores invitados Jorge Antonio Perano, Lucas Crisafulli y Patricia Josefina Coppola, (todos ellos con un gran recorrido académico y profesional en la materia). Es una obra que aspira y contribuye a la reflexión específica sobre la importancia de la política criminal (desde ahora en más PC) y la planificación estratégica en la construcción de una sociedad más segura y justa, haciendo hincapié en la necesidad de un enfoque transversal, considerando las múltiples agencias y causas en el abordaje de los conflictos. El/la lector/a se encontrará con un trabajo que enfatiza la trascendencia del análisis de la PC, especialmente en el contexto actual, dividiéndose la obra en once capítulos en los cuales se explora las bases teóricas y prácticas de la PC, cubriendo desde su definición, sus modelos, y su relación intrínseca con el poder punitivo, hasta la gestión del conflicto y la planificación estratégica.

A su vez, siendo consecuente con el objetivo central de destacar la importancia de un marco analítico específico para democratizar y evaluar la PC, el manual realiza un trabajo de historización y conceptualización clave que permite una suerte de sistematización a la hora de embarcarse en la temática, siguiendo una recapitulación y recopilación esencial y prolija de diversas teorías, paradigmas, y modelos que, explicados de manera sintética y contextualizados, permite comprender e hilar la teoría y la praxis, fomentando la construcción de una PC sustentada en un marco teórico sólido y en la recopilación y el uso de datos. En esta línea, el autor pone en el centro el saber y la teoría criminológica para explicar las posiciones epistemológicas de la PC, en este sentido logra mostrar un campo específico de acción y aplicación del saber criminológico; al reparar en la dependencia que acarrea la definición de esta política en función de la matriz epistémica desde la que se aborde la criminología, esclarece, con significativos fundamentos teóricos, el camino para construir aquello que sustenta o debería sustentar toda PC.

Finalmente, la obra aborda también la planificación estratégica dentro de instituciones clave como la policía, el Ministerio Público Fiscal y la ejecución penal, discutiendo también los desbordes contemporáneos como la política criminal del enemigo y el populismo punitivo; sin dejar de destacar la importancia de la interdisciplinariedad y la necesidad de evaluar y mejorar continuamente las políticas y estrategias. Todo ello, asimismo, enmarcado en una clara y necesaria perspectiva respetuosa de los derechos humanos, que en particular aboga por una “seguridad de los derechos”. En cada uno de los capítulos que la componen, vemos cómo se trabaja desde una clave que apunta, no solo a la búsqueda de la eficacia en el tratamiento del delito, sino que toda PC se apegue a los derechos humanos en esta búsqueda como principio clave de su eficacia, y porque es menester, tal como ocurre en este libro, remarcar dicha exigencia, se brindan las herramientas teóricas y conceptuales para una política democrática y respetuosa de los derechos que no deje de cumplir su propia razón de ser.

Como bien resalta Javier Chilo en el prólogo, en un contexto global caracterizado por ser cada vez más complejo y dinámico, la necesidad de contar con herramientas robustas para el análisis de la política criminal y la planificación estratégica se vuelve fundamental para poder abordar de manera efectiva los desafíos existentes en materia de seguridad y justicia penal. La obra que aquí nos ocupa emerge como una contribución significativa a la consolidación de un área de estudio y a la aproximación rigurosa y práctica a estos temas esenciales; y, como Macchione menciona, al el momento de increpar la práctica política, que no se ha caracterizado justamente por sus decisiones basadas en evidencia y análisis, no se trata de buscar responsabilidades, sino más bien conformar un punto de partida que se aleje de la promesas de campaña como modo de operar y comience a familiarizarse con estos nuevos aportes que priorizan la teoría y la evidencia, que esperamos, desde el ámbito de la criminología al menos, cada vez sean más escuchados.

Luego de repasar los lineamientos centrales y temáticas que recorren y dan sentido a toda la obra, no cabe duda en afirmar la importancia de su lectura ya que, como manual, constituye una herramienta educativa extremadamente valiosa para estudiantes, en especial de criminología; ampliando a su vez el alcance que no puede limitarse allí, debido a que su lectura resultara indispensable tanto para profesionales como académicos interesados en la seguridad, que encontrarán en él una base sólida, rigurosa y concisa en la cual apoyarse para llevar a cabo el arduo trabajo que conlleva profundizar sobre el conocimiento y la práctica de la PC, desde una visión integral, crítica y contextualizada. No está de más recalcar e insistir que el valor de esta obra recae específicamente en la pertinencia con respecto a la época específica en la que estamos viviendo, donde la seguridad ocupa una de las principales – quizás la principal- problemáticas y temas de debate en la agenda pública.

Aunque no se hace explícito en el libro, nos encontramos ante una necesidad de “politizar” en cierto sentido el discurso de la seguridad, hacerlo carne y ponerlo sobre la mesa, construyendo un discurso que revalorice la seguridad como una construcción honesta, basada en datos y sustentada en un marco teórico sólido que respete los derechos humanos, buscando la participación ciudadana y los espacios críticos de debate, haciendo de la escisión entre el discurso público acerca de la seguridad y las políticas implementadas, una realidad superable. Como condición de posibilidad para que ello suceda es necesario también aunar esfuerzos desde el ámbito académico para permeabilizar la práctica política, y al mismo tiempo hacer notar el peso efectivo que tal conocimiento imprime en ella realmente. En tanto que es a nosotros a quien interpela esta realidad, nos encontramos en el compromiso de atender tales asuntos, desde el lugar que nos encontremos y con conocimiento.

Cualquiera que lea este manual comprenderá lo que se encuentra implícito al entrar en conocimiento con este conocimiento, este triple llamado, a la acción y a la indagación: a la ciudadana, a interrogarse acerca de su propio papel político, de sus discursos, tomando desde lo más mínimo, como en una charla entre vecinos, el protagonismo – responsablemente- de su seguridad; a la criminología ,más abierta y profundamente, a repensarse y repensar las bases sobre las que se asienta y genera conocimiento “científico”, siendo en principio, critica de sí misma y sus presupuestos, como condición de excelencia metodológica, exigiendo una ciencia, que en estas latitudes, estudie sus realidades y abogue por políticas basadas en evidencia contextualizada; por último, la invitación a los políticos como actores centrales, que con vendas en los ojos proliferan soluciones que prometen acabar con la delincuencia o una suerte de “guerra” contra todo fenómeno criminal, o que a veces, entre la espada y la pared de una coyuntura que amenaza, tiran manotazos ahogados que los salve de la prensa mediática y del contexto que a esta altura arde, para que busquen en el saber teórico una base firme donde sostenerse y para buscar las mejores y más adecuadas herramientas, que a diferencia del martillo de oro, les permita en cada caso construir las mejores políticas criminales.

Desde siempre, en estos temas, la invitación creo que es a repensar el sistema en su totalidad, en este caso teniendo en cuenta los mecanismos y herramientas que funcionan dentro de estos, entender su estructura y su fundamentación y, críticamente, tal vez quizás desde el mero conocimiento, de comprender lo implicado y lo implícito dentro suyo, tratar de mejorar.

* Es una tendencia a resolver todos los problemas con la única herramienta o solución que se conoce, limitando la flexibilidad y la capacidad de encontrar soluciones más adecuadas para desafíos distintos.