Por Aidee Rojas para El Deber
Alberto Binder es un reconocido penalista y actualmente preside el Instituto de Estudios Comparados de Ciencias Penales y Sociales en Argentina. Fue invitado para la presentación del nuevo Código Penal de Bolivia.
Recientemente se presentó el nuevo Código del Sistema Penal en Bolivia, ¿cuál es su opinión?
La nueva legislación divide dos tipos de procesos que tienen que ver con las conductas más graves, como los crímenes. El nuevo código introduce la idea sobre la diferencia entre delitos y crímenes. Estos últimos son los que causan la mayor conmoción social y que tienen altísimos contenidos violentos. Es ahí que se establecen mecanismos muy rápidos para llegar sin interferencia al juicio oral y que los fiscales sepan claramente que estos crímenes son delitos que hay que atender con prioridad para llegar más rápido al juicio oral.
En cambio, los delitos son conductas menores que estan vinculados más a los intereses de las víctimas y de la comunidad y, en esta segunda dimensión, aumenta más la participación de las víctimas y de las sociedades para construir su propia solución y evita que el Ministerio Público se sobrecargue y, a su vez, que haga como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.
¿Esta es la causa de la retardación de justicia?
La mora procesal tiene que ver con varios factores. En primer lugar, con la indeterminación de prioridades y ahora se establece una prioridad legal con los casos más graves llamados crímenes, donde no hay posibilidad de llegar a un juicio abreviado, es decir, los fiscales no pueden ni deben distraerse, tienen que ir rápido porque se acortan los plazos, las recusaciones, incidentes y sobreincidentes.
¿Cómo se establecen esas prioridades?
Es que todos los crímenes van a juicio oral, no pasan a procedimiento abreviado. La nueva normativa define cuáles conductas son crímenes y se va a juicio oral; no hay ninguna posibilidad de llegar a un juicio abreviado.
En el caso de los delitos es más flexible, porque son conductas menores y eso ayuda a descongestionar el Ministerio Público y establecer un plan de prioridades; además, se está instando a que se establezca un plan de prioridades, porque no puede ser que una persona que cometió un delito menor, ya sea hurto o pequeñas riñas, conviva en la misma celda con otras personas que cometieron violaciones a niños y otros crímenes.
La selección de prioridades se hace de acuerdo a la gravedad de los casos, por el impacto y por la preocupación de la sociedad y a esa preocupación responde la nueva normativa. Desde 1870, es la cuarta vez que en Bolivia se intenta poner una oralidad plena, en cada reforma procesal y siempre tienen dificultad, lo llamativo es que la cultura popular, la de los ciudadanos, es la cultura oral, lo mismo que la cultural indígena, originaria y campesina.
¿La dificultad está en los litigantes?
En los abogados, ya sean jueces, fiscales, defensores públicos o privados. A los abogados bolivianos les cuesta poner en práctica la oralidad y esto lo demuestran los intentos que se hicieron sin resultados. La dificultad tiene que ver con el tipo de formación jurídica ‘carritorista’, con el apego al detalle formal y con un modelo de organización, de burocratización. El nuevo código toma una idea radical en el sentido de que los jueces solo pueden trabajar en audiencias orales, por eso hay que generar un modelo de organización que se conoce como la horizontalidad.
¿Cómo ve la participación de los jueces ciudadanos?
Es oportuna, aunque para que el ciudadano participe tiene que haber un sistema judicial que sea respetuoso, preciso y ágil en la realización de los juicios. Creo que aquí en Bolivia la tendencia del sistema judicial es el maltrato a los ciudadanos porque tiene una tendencia a maltratar al litigante.
¿En qué sentido?
En el sentido de que al ciudadano se lo hace esperar mucho. ¿Cuántas veces vienen los testigos y las víctimas y se suspenden las audiencias?, esas son las grandes acusaciones que se hacen al sistema judicial de que no trata bien al ciudadano y eso es inadmisible, porque en la justicia se acercan ya sea denuciantes o denunciados, es gente que su vida está plagada de dolor y no necesita que lo maltraten por demora, por burocracia o por lo que sea y esa es una enfermedad de los sistemas judiciales que tienen que ver con su configuración histórica.