El jefe de gobierno porteño, Rodríguez Larreta, envió a la Legislatura de la Ciudad un proyecto de Ley que banaliza los reclamos del feminismo para vivir libres de violencias y usa la lucha contra las violencias machistas de excusa para agravar la criminalización de trapitos y limpiavidrios en la Ciudad cuando ofrezcan sus servicios a una mujer. Red de Mujeres y Grupo de Trabajo Feminismos y Justicia Penal (Inecip) reflexionaron al respecto en este comunicado.
Esta iniciativa debe ser leída de manera contextual. Sabemos que la persecución de lxs trabajadorxs de la economía popular ha sido incesante. Este manoseo que burla nuestras legítimas reivindicaciones no es novedoso, pues no es la primera vez que se nos quiere utilizar para justificar mayores niveles de violencia estatal. En noviembre de 2015, cuando Lucas Cabello fue víctima de gatillo fácil por parte de Ricardo Ayala -agente de la Policía Metropolitana- la entonces Vice Jefa de Gobierno. María Eugenia Vidal, justificó el hecho ligándolo a la violencia de género. Versión que fue inmediatamente negada por la familia de Lucas y nunca rectificada por la actual Gobernadora de la PBA.
En esta oportunidad nos toca, como mujeres que vivimos y transitamos el espacio urbano de esta ciudad, volver a decir: ¡No en nuestro nombre! La estigmatización de lxs trabajadorxs de la economía popular (de lxs cuales muchxs son niñxs y adolescentes) no hace a esta Ciudad más segura para nosotras.
Revindicamos nuestro derecho a participar en el diseño de las iniciativas para construir una ciudad segura en nuestros términos y acorde con nuestros intereses y experiencias. En cambio, nos colocan en el lugar de instrumentos que justifican avances represivos que se encuentran lejos de ser soluciones que garanticen nuestro bienestar.
En lugar de perseguir a quienes están más precarizadxs como consecuencia directa de la gestión pública basada en retracción de políticas sociales, fomento del odio a lxs migrantes y desmantelamiento de condiciones de vida digna en una ciudad que debiera ser inclusiva y diversa, resultaría más democrático:
-Ser convocadas a discutir la política de transporte que, en su combinación de hacinamiento y poca frecuencia, nos expone a diario al abuso sexual naturalizado;
-Convocarnos para pensar un armado de la ciudad que considere que lo que se ahorran en túneles sin visibilidad -en lugar de pasos abiertos-, nosotras lo costeamos con más riesgo y exposición;
-Consultarnos qué significa vivir en una Ciudad cuya policía, la misma con la que piensan instrumentar medidas pensadas bajo el odio a la pobreza y la estigmatización, es la que se estrenó reprimiendo las masivas movilizaciones del movimiento feminista, con especial misoginia disciplinante.
Nos preguntamos dónde están las políticas públicas, que deberían existir para prevenir y erradicar las violencias de género, así como dispositivos de acción que resuelvan los problemas materiales de las mujeres que atravesamos situaciones de violencia y que nos brinden alternativas y opciones. Necesitamos más viviendas, comunidades más consolidadas por el acceso a derechos. Repudiamos toda invocación demagógica de la lucha feminista.