Hemos perdido un tiempo valioso en la conformación de verdaderos cuerpos de policías profesionales y en la redefinición de un Ministerio Público Fiscal (MPF) que pueda trazar una política de persecución penal estratégica. A pesar de la violencia observada en algunos países de la región (México, Guatemala, El Salvador), en la Argentina hemos mirado para otro lado. Todavía discutimos si debe haber un fiscal natural de un caso y si se debe mantener el actual sistema de organización judicial, que ya ha dado enormes muestras de su ineficacia e inoperancia, en vez de avanzar rápidamente en la conformación de un MPF moderno que traze objetivos concretos de persecución penal y de coordinación con fuerzas de seguridad sobre el modo de perseguir ciertos patrones ilegales de comportamiento.
Hay que establecer la pronta implementación del Código Procesal Penal y de las leyes orgánicas para comenzar a trabajar responsablemente en la persecución de hechos delictivos relevantes. Es hora de que la Justicia empiece a rendir cuentas sobre su actuación.