Anoche falleció Julio Maier, fundador e inspirador de esta Institución, y maestro de mucho de sus integrantes. La muerte de una persona como él siempre estremece y nos afecta profundamente, y estos días son de duelo inevitable. Pero cada recuerdo del tiempo que hemos compartido, nos lleva a celebrar su vida, y a agradecer la fortuna que tuvimos al poder compartir ideales, esfuerzos, frustraciones y nuevos entusiasmos a lo largo de décadas.
Nos ha dejado un jurista excepcional, a quien Latinoamérica le debe haberle señalado el rumbo de su nueva justicia penal: no sólo en las ideas, que han sido importantes, sino en su trabajo de transformación, que también fue ejemplar. Él proveyó a las democracias restauradas las herramientas para pensar y construir una justicia penal republicana, y fue quien renovó el pensamiento constitucional sobre el proceso penal.
Nadie puede estudiar el derecho procesal penal sin poner la espalda en su enorme labor intelectual, y así como Julio siempre fue respetuoso de sus maestros, no se nos ocurre mejor tributo que mostrar a todos cómo su esfuerzo se multiplicó en miles de personas, de todas las edades, que hoy continúan su tarea, sus afanes y saben, con toda certeza, lo que le deben a Julio Maier.